El runrun mental del envejecimiento me persigue desde hace mucho. Un cansancio crónico y una discapacidad, me llevaron a describirlo como "si me hubiesen pasado 20 años por encima".
Aunque el duelo tiene much@s teóric@s, tod@s ell@s coinciden. Aceptar la perdida es según Worden la primera tarea que el doliente debe acometer, y según Kübler-Ross la última de las etapas que uno enfrenta ante una pérdida.
Sirva esta tontería, para introducir la razón por la que este viaje y tantas horas de camión se han convertido en la mejor meditación que había hecho hasta ahora, y por ende, un encuentro conmigo.
Hace unos 6 años, 2 después del "no diagnóstico", mi padre apareció un día, con un listado a lápiz, de 40 y tantas capitales del continente africano por orden de norte a sur. "Isabelilla, a ver si tú que te manejas por internet, vas mirando las conexiones de bus o avión o como se pueda, para el viajillo ese que habíamos hablado"
Como la mantequilla, la mahonesa o la Coca-Cola, por el Sur, en verano, se necesita una lectura light. Por supuesto, una sobremesa digestiva, una silla de playa ligera y una sesión de fitness llevadera.