Mi amiga Adriana está retomando escritos antiguos, de época según dice ella compulsiva emailtolar supongo a modo de comprobar la "evolución", el cambio, el sobrevivir a la vida...no sé. Yo creo que todavía no lo haré, me queda tanta energía para castigarme por lo pensado y realizado, que prefiero penitencias más livianas hasta agotar con los años esta rebeldía.
No hace mucho por ejemplo, he comprobado algo que me ha dejado perpleja y ando buscando redención mirando las musarañas cada día 2 minutos más.
Lo intento, lo intento pero no llego, decido abandonar ya sentada en el coche; tras la ducha, el maquillaje y las medias.... No puedo seguir corriendo incluso para lo que debe ser autocuidado o placer. Hoy no iré al grupo. Me apetecía un montón. Si sigo con mi intento, llegaré 15 mins tarde y totalmente estresada. Los perros no tenían comida y solo me he dado cuenta cuando he ido a tender la ropa, de la cual tampoco me acordé antes de entrar a la ducha.
Da igual la excusa, he perdido mi centro y no sé dónde lo he dejado. Por el camino seguro, porque este último año ha sido un vendaval, arrasando con cada espacio de cuidado que ya tenía. Como el viento mismo, este año también me ha traído novedades, pero por más que busco bajo los árboles, en el huerto y por el tejado, mi serenidad se ha volado; he vuelto a la eficiencia ficticia del hacer hacer y a la falsa satisfacción del "cuanto me ha cundido el día".
Como en un intento continuo de sabotaje, el día siempre me cunde, pero nunca incluye mi necesaria meditación, mi rato de lectura o mi desfogue con la escritura. Pero por una vez, yo he sido más inteligente. He desaparecido. Solo por 2 días, pero suficiente para empezar.
Sentarme a respirar frente al mar. Sentarme a respirar con la sensación de que nada está pendiente de hacer, de que nada es tan importante como para empañar ese baño de sol sobre mi piel desnuda, que puedo elegir estar ahí sin hacer nada. Sentarme sabiendo que lo siguiente, comer, también lo voy a hacer por placer y no porque tengo que.... Serenidad y sosiego, eso me da el Palmar
El viento de aquí es conocido, pero el ruido que provoca el de mi entorno es insidioso y traicionero, tanto, que a veces llega hasta aquí con alguna llamada... "Papá ha hecho..." "mamá necesita..." pero mi recarga y recomposición paulatina permite la aceptación silente y sin aspavientos... Ya puedo volver...
Volver y buscar la forma de que, bajo el mismo sol de allí, se ilumine mi alma aquí, se centre de nuevo en el ser y no en el hacer, y deje de oscurecer mis días.
Este es un escrito que, un principio no publiqué por absurdo. Es de no hace mucho, cuando descubrí que mis mentiras habían sido también muy absurdas; durante años me había ido al Palmar a leer, pintar, escribir etc todo maravilloso y de un privilegio atroz si puedo expresarlo así, pero todo "productivo". Descubrí, no sin remordimiento al principio, que la verdadera libertad está en NO HACER NADA, no tener que "ser rentable" ni para ti ni para la sociedad ( lo siento papá). Por primera vez, en conexión con mi cuerpo y mi Ser, mi mente productiva dejó paso al silencio casi absoluto, silencio que busco cada día y que aún habiéndome dado cuenta, difícilmente sé encontrar. Ahí ando...
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