Desde esta orilla - TU DUELO CONSCIENTE

Consciente
Tu duelo
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TU DUELO CONSCIENTE
Publicado de en Personal · 6 Febrero 2024
Mientras esperaba, estaba terminando de chequear en su móvil el pago del rehabilitador.
Sorprendentemente, había llegado antes de tiempo. No sabía cómo se las arreglaba
últimamente, pero, a diferencia de antes, no sentía urgencia para las cosas pendientes.
Todo podía quedar atrás. Las ventanas Windows minimizadas no le estresaban. Era como si
consiguiera estirar las 24h del día. Además, por primera vez en seis meses desde el ruinoso
viaje, y a día 15, tenía más de 500 euros en la cuenta. Eso que llamaban abundancia, y que
de forma etérea había trabajado en su último reto de mindfulness, se estaba produciendo.
¿Estaría sugestionada? ¿Qué dirían de aquello las mentes científicas de sus primos?
¿Puede la meditación y la energía de la intención hacer tanto?
Escuchó unos golpecitos en la la ventanilla del coche. Era Valeria. Venía sofocada y
sonriente.
- ¡Coño, nena! Que llevo un rato haciéndote señales para que salieras. Es que he aparcado
al lado de la cafetería, pero como estás mirando el movil... Tía, no te imaginas el día que
llevo. Pero vamos, que todo es culpa mía, porque me lo digo constantemente. Que si no
puedo, no puedo. Que ya podía haberlo cancelado... -Lucía había salido del coche, y se
había recolocado el pelo mirándose en el espejillo mientras Valeria continuaba hablando.
- Pero tía, es que si estoy para todo, también quiero estar para estos ratitos. A todo esto,
¿cómo estás? ¿Llevas mucho esperando? -se dieron dos besos y un abrazo largo, de esos
en los que te flojean las piernas como si toda tu energía pasara al otro cuerpo.
- ¿Vamos para allá? -dijo Valeria señalando la cafetería.
- Sí, sí claro.
- ¿Sabes de dónde vengo? Si te lo cuento no te lo crees, pero es que ya que vengo a la city
me hago la turné. Hoy estoy saliente, pero como mis descansos no me coincidían muy bien
para ir al GDR por lo del proyecto, me he tirado directamente para allí al salir del curro. Ya
te contaré. Bueno, pues eso, que estando allí de cháchara me suena el calendario. Robert
tenía su primera clase de intercambio con una chica del pueblo. Vamos, que como no habla
una leche de español quería que le acompañara. ¡Qué risa, tía! Total, que no me he
acostado hasta la una, y con despertador, porque a las cuatro y media tenía un PET aquí en
Málaga. Llevo esperándolo 11 meses. Ya sabes, como para perderlo. Tía, que calor hace,
¿no? Es que con los sofocos que me cago en to lo que se menea. Menos mal que estamos
en enero. Bueno, pues eso, que justo cuando estoy para salir, pensando que la tarde iba a
ser larga por lo de la clase en el centro y luego teníamos esto, me suena el calendario.
¡Tenía un zoom a las cinco! De esos del minfullness que me mandaste para hacer el taller.
Llevaba esperando para hacerlo desde mayo. Nena, vamos para arriba que estás sillas son
muy incómodas.Total, que cojo todo para hacer el zoom desde el coche, y luego tarde
también a clase, porque la meditación se retrasó. Pues eso, que parar parar, voy a parar
con vosotras. ¿Y tu? ¿Cómo van tus cosas?
- Bueno, bien. Estaba reflexionando eso antes de que me estresaras, estoy bastante
tranquila. Si te soy sincera, ni me reconozco porque...
- Oye, ¿sabes algo de Julia? Elena ha dicho que llega más tarde, pero Juli no ha puesto
WhatsApp de retraso ni nada, ¿no? Porque ya llega tarde.
- No, no he mirado el WhatsApp desde que salí. Pero mírala, está detrás de ti
- Hola. ¿Qué tal? -Julia le dio dos besos a Valeria.
- ¡Coño! Preguntando por ti estaba. Que ya que vengo, que os vea todas.
- Hola, Luci. ¿Qué tal, guapa? -Besó también a Lucia que se le queda enganchada en un

abrazo que a Julia le viene largo.
- Bien, bien, bonita. Menos mal. Os echaba de menos y ya pensaba que no venías. ¿Qué tal
Carlos?
- Sí, sí vengo, pero me lío y... -tomó asiento en una de las sillas libres mientras colocaba
su abrigo de piel en la otra silla vacía. Tiró de su blusa y se ahuecó la melena-. A Carlos me
lo he dejado refunfuñando. ¡Es un inútil, chica! Otra vez me va a tocar a mí sacar los vuelos
A Nueva York. Y no me da la gana. Que aprenda. Pero bien, vamos, lo voy llevando. De
momento se ha pasado la crisis y estamos bien. ¡Oye! ¿Por qué os habéis puesto aquí?
Abajo se está mejor, ¿no? Esta mesa está muy arrinconada, ¿no? Bueno, ya está. Es que
no veo el coche, que lo he dejado en doble fila, y vaya que llegue algún policía tonto.
- Bueno, chica, tampoco es tan grave que lo saques tú. Él siempre se adapta a lo que
quieres hacer.
- Que no Vale, ¡Qué no! es muy fácil. Solo se adapta solo porque no tiene iniciativa. Si
fuera por él, no iríamos a ningún sitio. Y además, últimamente el trabajo me agota. Tengo
un desgaste tremendo por culpa de la gilipollas de la jefa, y no quiero tener otra ventana
window abierta.
- ¿Qué te ha pasado esta vez, Julia? -preguntó Lucía preocupada, acariciándole el brazo.
- Lo de siempre. Esa tía es una déspota que no escucha a nadie. No tiene ni puñetera idea,
pero quiere las cosas a su manera, Y se pasa la legislación y los protocolos por el arco. Y
no me da la gana. Será la Directora pero lo voy a patalear. Oye, ¿qué pasa con el
camarero? ¿No me ha visto o qué? Llevo aquí una hora.
- Nena, tranquilízate, que así no me extraña que te duela la cabeza. Esto no es nuestro.
Tampoco ha venido a tomarnos nota. ¿Pero has visto cómo está el angelito? -dice Valeria
señalando al chico, super delgado, que no paraba de correr de una mesa a otra, y que en
ese momento, se dirigía hacia ellas.
- Eso es otra. Ya no sé que voy a tomar. Los médicos no tienen ni idea. A cual más imbécil.
Y ahora están probando con unas pastillas que no me hacen nada. Mañana tengo
neurólogo para decirle que ya está bien de experimentos.
- ¡Hola, Elenita, hija, qué bien que te haya dado tiempo a venir! -dijo Valeria levantándose
para abrazar y besar a la mujer, que avanzaba por el pasillo sonriendo.
- Hola, chicas. Lo siento, pero es que tenía que ayudar a mi hermana con un proyecto que
tiene que entregar mañana. ¿Cómo estáis? ¡Hombre, Julia! Hoy has llegado antes que yo
-le guiñó un ojo a las demás.
- Pero bueno, ¿este camarero es tonto o qué? ¿Y ahora por qué se va? -dijo Julia
levantándose y haciéndole señales al chico, que se había retirado al coincidir con la llegada
de Elena a la mesa.
El camarero se acercó de nuevo y les tomó nota.
- Luci, ¿tú cómo sigues? Continuó Elena.
Lucia no contestó, sonrió asintiendo con la cabeza y haciendo un gesto de calma con la
mano -. ¿Sabéis? Me he encontrado a la loca de Marta al salir de la universidad. ¡Oh my
God! Está como una cabra. Andaba poniendo carteles de no sé qué energía, que dice que
hace. Según ella es más potente que el Reiki ese que hacéis vosotras. ¿Qué os dieron de
comer en la guarde? ¿Setas alucinógenas? En serio, dice que pone las manos... Lo que yo
te diga. Siempre estuvo con la mística de los rituales y demás, pero con lo de la imposición
de manos se ha superado. Lucía, no te lo tomes a mal. Te queremos en tu versión beta, con

tus velitas, tus mantras, y tus energias varias, pero de ahí a sacarle dinero a la gente...
Además, admítelo, ¿de que te ha servido? Tu cabeza sigue jodida y ni la kundalini ni nada,
te ha evitado la quimio.
-Señora Carvajal. ¡Señora! -la enfermera la ayudó a incorporarse.
-No, no se asuste. Va a ser verdad que se ha quedado dormida. ¿Se encuentra bien?
-Sí, sí. Es solo que estaba... Esto es medicina nuclear ¿no? Entonces no tengo diagnóstico
todavía...
-No la entiendo, señora. Sí, esto es...
-Nada, nada, no me haga caso. Creo que continuaré trabajándomelo. Está versión aún no
está lista.


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Isabel Cantos
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