Yo: Muchas gracias Profesor.
Francisco: Encantado de estar aquí contigo.
Yo: El profesor Francisco Rodríguez es Doctor en Historia del Arte, Premio Extraordinario de Doctorado y profesor titular de la Universidad de Málaga. Coordinador además, de la Red Española, que está incluida en la Red Iberoamericana de Cementerios Patrimoniales, que lleva ya 27 congresos a sus espaldas, y colabora con la empresa gestora de cementerios de Málaga con Parcemasa, que tiene además una Comisión Histórico Artística para el Cementerio de San Miguel. Muchas gracias Profesor.
“A quema ropa”, ¿Inhumación o cremación?
Francisco: Yo personalmente prefiero inhumación.Y tengo también mi justificación. Para mí, el tema relacionado con la muerte está también muy relacionado con la memoria. Es verdad, la vida infinita todos nos vamos a morir y tradicionalmente pasando 2, a lo sumo 3 generaciones, la existencia de la memoria de esa persona quedaba anulada por completo. Eso a mi me preocupa. Sobre todo, cuando hay personas que han hecho cosas importantes por la sociedad, que han hecho avances…Tenemos nuestros recursos, a veces se les dedica un nombre a un espacio público, a un monumento, pero me parece algo tan triste que se borre la huella de esa persona, que la tumba siempre es la forma de mantenerlo.
Yo: Hace unos cuantos años, hice contigo una ruta por el Cementerio de San Miguel. Maravillosa. Además, me quedó muy clara la memoria industrial de Málaga, pero también el reflejo social en la arquitectura de los panteones y tumbas. ¿Qué me dice de aquello de que “la muerte es igual a todos”?.
Francisco: Bueno, pues lo primero que voy a decirte es que, eso que tú percibiste visitando el Cementerio Histórico de San Miguel, probablemente habrías tenido sensaciones muy parecidas, visitando otros cementerios. Porque no es cierto, como se suele decir, que los cementerios son todos iguales, ni que sean feos, ni que visto uno, están vistos todos, porque realmente es como un espejo. Es el espejo donde se refleja la ciudad de los vivos, de forma que su historia, su cultura, la idiosincrasia de esa ciudad, sus emociones, sus creencias, también sus supersticiones, quedan reflejadas en ese cementerio. Claro en el caso de Málaga, es un caso particular, porque tuvimos en el siglo XIX un desarrollo industrial realmente notable y eso se ha quedado reflejado allí. Pero está muy bien sacar una lectura de cómo reacciona la sociedad ante la muerte, porque se suele decir que la muerte nos iguala todos, y podemos comprobar que hay tumbas, que están en el suelo muy modestas, ya quedan pocas de ese tipo, están los nichos, hay tumbas en mausoleos monumentales y dentro de los mausoleo, los hay más grandes, más ricos y más ostentoso y otros más modestos. Está clarísimo que esas personas no buscaban únicamente un lugar para acomodar su cuerpo tras la muerte. Querían dejar constancia del estatus social que habían alcanzado en vida.
Yo: Me interesa bastante saber cómo ha sido el desarrollo histórico de los cementerios y cómo han evolucionado a lo largo del tiempo, esos espacios en los que básicamente nos relacionamos con la muerte, porque personalmente por ejemplo, creo que los tanatorios nos han separado, nos han apartado de ese contacto con la muerte. No sé ¿Qué piensa usted?
Francisco: Sí, por ahí más o menos van los tiros. Fíjate que toda la ciencia ha avanzado lo suficiente para procurar que cada vez seamos más longevos; solucionan nuestras enfermedades; nos curan. Eso es un poco como un pulso entre la ciencia y la propia naturaleza. Al final lógicamente vence la naturaleza, pero eso es algo que nadie quiere admitir. La muerte se ha convertido en muchas ocasiones, en el tabú del siglo XXI. Podemos hablar de temas de peliagudos, de política, de sexualidad,… pero en muchas ocasiones ocurre que, cuando sacamos el tema en un grupo, y todo el mundo… “venga déjalo, de eso no hables”, algo que inevitablemente va a ocurrir porque está en la naturaleza humana. Sin embargo no se quiere hablar sobre ello. La evolución que están siguiendo los cementerios en muchas ocasiones, va encaminada precisamente a eso, a esa asepsia, a ese no contacto. Llegamos a una sala, más o menos bien decorada y acogedora, donde sabemos que el cadáver está cercano, pero en otra habitación separada, refrigerada, frecuentemente tapada. Vamos a despedirnos de un ser humano, de un compañero, de un amigo, al que en realidad no vemos. Antes la muerte era un hecho social. No se moría solo. Se moría en la casa, rodeado de tu familia, tu expirabas allí, rodeado de tus seres queridos. Tendrías ocasión de compartir con ellos unas últimas palabras y luego venía tu familia, tus amigos, tus vecinos y te acompañaban en ese duelo, durante esa noche. Era el momento de compartir sentimientos, a veces también risas, afecto, un café, un caldo caliente. Era algo humano. Si lo comparamos con cómo son ahora los duelos, nos damos cuenta que, en muchas ocasiones, es algo bastante frío. Vamos, cumplimos, todo de forma muy higiénica, vienen unos operarios que se han especializado en la gestión de ese entierro, sabemos que va a quedar depositado para siempre, y bueno ya hemos cumplido con ese requisito, pero ¡ojo!, es muy importante que ese ritual esté ahí.
Yo: Sí, bueno, como doula,para mi el ritual de despedida es crucial. Que esa familia pueda, eso que has comentado, ver a su familiar por última vez les ayuda, otra cosa es que quieran o no, no puedes forzar a nadie, pero…
Francisco: Fíjate, perdona que te interrumpa, los casos ocurridos en ocasiones, que en un accidente, un barco que se ha hundido, se ha ido con los cadáveres al fondo del mar. Ese personal evidentemente estaban fallecidas, nadie dudaba que eso era así, pero como la familia insistía en el rescate de esos cadáveres. Alguien podría preguntarse, el esfuerzo económico y humano que supone sacar unos cadáveres, simplemente para poder enterrarlos. O cuando ha ocurrido que ha habido un asesinato y no se ha dado con el cuerpo. Ese empeño de la familia en recuperar su cuerpo ¿Para qué? Pues para poder cumplimentar ese ritual que es el último episodio para realmente despedirse de esa persona, pasar página.. porque justamente ahí es donde comienza la recuperación emocional, si no, queda como una especie de página inconclusa, como algo inacabado; mantiene a la persona en un estado permanente de inquietud.
Yo: He visto recientemente que el cementerio de Málaga ha creado unos espacios en la naturaleza. Esa sensibilidad por hacer un poco más personalizado el ritual de la muerte ¿Hacia dónde estamos yendo en esa personalización? porque estamos en un occidente es mi opinión, en el que la conciencia de lo sutil es casi nula, entonces esa personalización de los rituales y demás en esta sociedad en la que vivimos, me ha sorprendido ¿Vamos en ese camino, vamos a conseguir más?
Francisco: Claro, lo que ocurre es que como antes decía, el cementerio es el espejo de la vida y como la vida, los lugares van evolucionando. Los cementerios están adaptandose a esa nueva realidad. Hay gente que reacciona con esa frialdad y asepsia en la que en este momento están implícitos los rituales funerarios. No olvidemos, la mayoría de la gente elige incineración frente a inhumación y al final lo que te entreguan es un es una urna con los las cenizas de tus seres queridos. Pero mucha gente tiene la necesidad de volver a la naturaleza a la que lamentablemente le hemos dado la espalda. Precisamente hace unos días se presentaba un libro, que ha editado Parcemasa, sobre el jardín botánico que hay en el cementerio de San Gabriel y que la gente no conoce. Es un lugar además, que está preparado para que la gente pueda depositar las cenizas.
Yo: Ese es el que vi, ese es al que me estaba refiriendo y me pareció una idea muy necesaria…
Francisco: Y muy bonita además, mucha gente
desconoce esa opción, y se marcha a tirar cenizas a lugares que no debe, que además está prohibido, porque lógicamente acabaríamos digamos, contaminando la naturaleza y allí tenemos un lugar hermoso, como este jardín botánico, donde cumplir ese ritual. Me gustaría añadir, mucha gente no sabe que existe también un cementerio para mascotas. Solo tenemos que ver nuestro alrededor en el que la mascota forma parte de la familia.
Yo: ¿Cómo reflejan los cementerios Paco, la cultura de la sociedad para acoger tan diferentes rituales como religiones hay?
Francisco: Bueno, yo creo que la sociedad española en general es muy tolerante hacia otras religiones y ciertas culturas y les facilita la realización de su rituales funerarios, siempre con el límite de nuestra legislación. Entonces existen cementerios para musulmanes, puesto que se da su requisito básico, enterrarse orientado a La Meca, y ya depende de cada uno la sencillez que tienen concebida para la tumba. Solo hace falta acercarse al Cementerio Internacional de Benalmádena para poder comprobarlo. Hay otras religiones por ejemplo, la religión hebrea, la judaica, que exige el contacto con la tierra, pero claro es obligatorio utilizar el féretro ¿Cómo se solventa eso? Pues muy fácil, al féretro que le facilitan las empresas, le hacen unos taladros en la base y con eso cumplen con su requisito religioso, sin dejar de cumplir la legislación española. Todo lo demás ya no es complicado. Ese ritual que ellos utilizan de lavarse las manos…eso lo pueden hacer todo.
Yo: ¿Pero se echa en falta esa adecuación legislativa, por ejemplo, para ser más abiertos a otras culturas o no?
Francisco: Yo creo que no, qué tal como están las cosas, todo el mundo se siente satisfecho porque tiene su espacio. Recordemos que Málaga tiene un cementerio judío. El que teníamos tradicionalmente estaba anexo al Cementerio de San Rafael y está clausurado lógicamente, pero tienen uno que es el que está activo, en el término municipal de Casabermeja.
Yo: He escuchado que está emergiendo un turismo de cementerios, necroturismo ¿Qué me puedes decir de esto?
Francisco: Si, fíjate a mucha gente le da un poquito de rechazo, porque se dejan llevar por la imaginación. El necroturismo o Turismo de Cementerios, pues no es sino, una parcela, una parte del turismo cultural. Cuando vamos a una ciudad, visitamos sus monumentos, sus museos, su espacio arqueológico… bueno pues los cementerios tienen un gran interés, porque precisamente por ese carácter de espejo de la vida, pues tenemos en primer lugar, obras de arte maravillosas. Además es un lugar donde podemos encontrarnos con todo el compendio de las artes: la arquitectura, la pintura, la escultura, el relieve, el mosaico, el tratado urbanístico, la dinastía de los personajes, allí vamos a entrar en contacto con sus escritores, con sus arquitectos, con sus devociones, con sus creencias, es más, yo en muchas ocasiones recomiendo, cuando se visita una ciudad, que la primera visita se haga al cementerio o al museo de la ciudad, si es que lo tiene, porque le va a dar una panorámica general de cómo es esa ciudad y luego vaya a visitar el resto de los monumentos. Me gustaría recordar que cuando comenzamos en esto de los cementerios, éramos unas personas raras por llevar a los alumnos o a la gente a los cementerios, pero que ahora en la realidad que tiene la ciudad de Málaga, como ciudad turística y cultural, son varias ya las empresas que se dedican a hacer tours y visitas guiadas o teatralizada a nuestro Cementerio Histórico.
Yo: Profesor ¿Cómo han evolucionado los rituales de acompañamiento en la muerte culturalmente en nuestra sociedad?
Francisco: pues fundamentalmente, porque la muerte era antes un hecho social, que tiene lugar en la casa. La noche de duelo se hacía en la casa y todos los vecinos procuraban de alguna forma, aminorar el dolor de esos momentos con su presencia, con su estancia, portando comidas, bebidas, de alguna forma mimando a los dolientes, pero eso después tenía una continuidad. Siempre estaba de por medio la iglesia, se acompañaba a la iglesia para esa misa Corpore Insepulto, donde es muy curioso: a veces los hombres se quedaban fuera charlando y eran las mujeres las que entraban a rezar por el alma del difunto y luego cuando acababa la misa, era justamente al revés, las mujeres se marchaban a casa y frequentemente eran los hombres, los que iban al cementerio para dar su último adiós a esa persona. Es muy curioso que el que era entonces, Cementerio General de Málaga, hoy, Cementerio Histórico de San Miguel, tenía una construcción, una edificación, que tenía solo un uso, era la llamada “sala de pésame”, de forma que, cuando ya había concluido el entierro, los dolientes entraban a una habitación alargada, se colocaban de espaldas a la pared. Esta sala tenía dos puertas, una la derecha, otra a la izquierda, todos los que habían asistido a la entierro, se colocaban en fila en la puerta de la derecha y cuando todo estaba dispuesto, iban entrando en esa sala, sin detenerse, con un ritmo rápido, simplemente pasaban por delante del doliente, hacían una genuflexión en señal de respeto y salían por la puerta izquierda. Fíjate que forma más ordenada, para algo que era muy importante, quedar constancia de quien había estado allí. Nosotros decimos, quién había cumplido, porque se entendía que era un deber el acompañamiento a esas personas en esos momentos. Claro, si eso lo comparamos ahora, como tiene lugar por ejemplo, en el Cementerio de San Grabiel, lo primero que nos llama la atención es que esa sala de duelo o de pésame ya no existe, y nadie la ha reclamado, lo cual quiere decir que nuestras mentalidades han cambiado. Todo sabemos que lo que tenemos ahora son unas salas, con mayores o menores comodidades para pasar esa esas últimas horas acompañando a nuestro ser querido, unos espacios religiosos que podemos elegir distintas confesiones, o bien un espacio aconfesional, para quien quiera, que también hay quien lo reclama; una despedida de esa persona sin componente religioso y lógicamente por eso hay que respetarlo.
Yo: Esto me trae dos cosas: en los pueblos todavía, no genuflexión, pero ese pasar y cumplir se sigue haciendo. Pero lo mismo que eso se ha conservado, yo me he encontrado, como Doula acompañando a familiares en el tanatorio, de una forma bastante fría y precaria en el acomodamiento. De hecho las familias no quieren dejar ese cuerpo solo durante la noche, quieren velarlo allí en el espacio, porque se ha perdido el velatorio en casa, (bueno desde las Doulas si que estamos intentando recuperar el velatorio en casa y el ritual de lavado del cuerpo), me he encontrado a usuarios míos que eran personas mayores y no querían abandonar el cuerpo en el tanatorio y hemos tenido que ir a buscar colchonetas, cojines y mantas porque el tanatorio es totalmente aséptico, frío, incómodo y con una silla, una persona mayor de 70 años no puede quedarse una noche. ¿Crees que en este sentido podemos seguir evolucionando a tener un poco más de sensibilidad con ello?
Francisco: Por supuesto verás, hay una cosa que no debemos olvidar los tanatorios, incluso el cementerio, no están hechos para los muertos, están hechos para los vivos; los muertos ya no lo necesitan y no lo requieren. Entonces tanto para cumplir preceptos higiénicos, muy necesario, como también para esos rituales, incluso para algo muy importante que es el recuerdo, la memoria de esa persona. Para eso están hechos los cementerios, son para nosotros. No debemos caer en el error de pensar, que un ayuntamiento tenga que volcar su esfuerzo hacia las infraestructuras, digamos vitales, y olvidar ese aspecto importante de la muerte, y eso es independiente de las creencias o la fe.
Yo: Es independiente, pero está en ese contexto en el que la muerte es un tabú que antes hablábamos. Porque no vende, la muerte no vende, eso digamos que se ve en el momento del del funeral pero no es algo que tú puedas vender políticamente.
Francisco: Pues permíteme que yo añada a eso un movimiento, una idea surgió en uno de estos congresos a los que asisto, y es un documento internacional que se puede buscar por Internet que se llama “Declaración de Paysandú”. Paysandú es una ciudad de Uruguay donde que fue ese congreso y lo que reinvindica, no es ni más ni menos, que el carácter didáctico y pedagógicos de los cementerios. En lugar de hacer como muchas veces hemos hecho, a los niños no se le llevan los cementerios que no sepan que existen, al contrario: se le lleva porque es mucho lo que pueden aprender, y no me refiero solo a la historia y al arte, sino también algo que tiene que ver con la vida.
Para el ser humano es doloroso, es un algo que no termina de digerir del todo, el hecho de que la vida es finita y que nuestros seres queridos se van a morir. Yo recuerdo además, me lo contaba mi padre, el hecho de que cuando era un niño, el día que supo que sus padres iban a morir, quedó totalmente en estado de shock. Cuando un niño depende, en lo material y afectivo de unos padres, que de pronto se sepa, que no van a estar acompañandolo, es algo muy duro. Y eso también nos pone de relieve otra cosa, no nos preparan para morir. Algo que sabemos que va a ocurrir y vivimos como si siempre fuésemos a estar en esta vida. Eso es algo que debería empezar ya desde los desde pequeños. Yo recuerdo que en uno de mis viajes de congresos, me traje de México un libro, que estaba preparado para explicarle a los niños la muerte y creo que el concepto de la muerte que tienen en México y en general en área iberoamericana, es mucho más sano que el que tenemos aquí.
Yo: Muchísimas gracias por esta entrevista y este rato que nos has dedicado. Desde luego estoy deseando volver a disfrutar de tus explicaciones, bien sea de nuevo en San Miguel, o por ejemplo el Cementerio Inglés que tenemos en Málaga qué tanta historia tiene.
Francisco: Encantado de acompañarte muchísimas gracias